Conversaciones Edificantes

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Por: Dolly Martin

El mes pasado asistí a la Conferencia Nacional de Comunicadores Cristianos (NRB) junto con miles de otros que trabajan o ministran en los medios de comunicación llevando la Palabra de Dios a un mundo perdido. Incluye cuatro días de plenarias, talleres, reuniones con programadores y oportunidades para saludar a personas con las que comunicamos solo por correo electrónico durante el año. Aunque he asistido a esta conferencia muchas veces, siempre me da un poco de temor porque sé que me voy a encontrar con mucha gente desconocida y tendré que esforzarme para conocer nuevas personas.

Muchos de nosotros nos incomodamos cuando tenemos que ir a un lugar o asistir a una reunión donde habrá gente que no conocemos. ¿De que hablamos? Nos cuesta comenzar una conversación con personas desconocidas. Afortunadamente, entre cristianos hay un tema en común que nos une a todos: lo que Cristo hizo o está haciendo para transformar nuestra vida. Se llama nuestro testimonio y es algo que todos debemos saber compartir tanto con creyentes como con los incrédulos.

El apóstol Pedro escribe en su epístola: “Más bien, santifiquen en su corazón a Cristo como Señor y estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia”. (1 Pedro 3:15, RVA-2015)

Si nunca ha contado su testimonio a alguien, le insto a que lo haga. Es la herramienta más poderosa que usted posee para hablar con otros del Señor Jesucristo. Nadie puede argumentar con su testimonio porque es su historia personal de cómo Dios transformó su vida.

Practique contándoselo a un amigo o a un miembro de la familia. Su relato debe incluir algunos datos de su vida antes de ser salvo, pero tenga cuidado de no extenderse mucho en esta parte. Cuente lo suficiente para generar interés (especialmente para los inconversos) del cambio que Dios operó en su vida. Luego explique el evento que le llevó a entregar su vida a Jesucristo. Incluya elementos claves del evangelio como por ejemplo el hecho de que usted reconoció que es un pecador y entendió el amor de Cristo al morir en la cruz por usted. Luego concluya con detalles de cómo su vida ha cambiado desde que puso su fe en el Señor Jesús.

Al principio le llevará segundos contarlo, pero con la práctica, comenzará a incluir más detalles e incluso versículos de la Biblia. Una vez que lo tiene pulido, debiera compartirlo con todos.

Cuando se encuentra con una persona desconocida, puede comenzar la conversación pidiendo que le cuente lo que Dios ha hecho en su vida. Puede usar una de las siguientes preguntas: ¿Conoce al Señor como su Salvador personal? Si dicen que si, pídales que le cuenten su historia. Si contestan que no, pregunte si usted puede contar su historia de salvación.

Cuando hable con sus amigos siempre trate de guiar sus conversaciones hacia temas espirituales. Preguntas tales como: ¿Cómo ha obrado el Señor en su vida esta semana? O ¿Le ha contestado el Señor alguna oración esta semana? O ¿Cómo puedo estar orando por usted? le darán la oportunidad para animar a sus amigos en su caminar cristiano o ser animado al escuchar de ellos lo que el Señor está haciendo en sus vidas. El Señor nos manda en Colosenses 3:16, “La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en su corazón”. (RVA-2015)

Nuestro Dios quiere que siempre estemos preparados para contar a otros las grandes maravillas que Él ha hecho y está haciendo en nuestra vida. No hay dos testimonios iguales porque Dios obra individualmente con cada persona de acuerdo a sus circunstancias. Ya sea que el Señor le alcanzó cuando era un niño creciendo en un hogar cristiano o estando en una cárcel, el Señor llegó a donde usted se encontraba, tocó su corazón y lo rescató de su vana manera de vivir.

Si usted no ha puesto su fe en Jesús todavía, se está perdiendo la bendición de ser un hijo de Dios. El Señor está llamando a la puerta de su corazón y quiere perdonar sus pecados, rescatarle de las garras del diablo y darle vida eterna. Reciba al Señor Jesucristo como su Salvador y comience a disfrutar de la nueva vida que Él le promete. “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”. (1 Juan 5:11-12, RVA-2015)