“..Mas la oración de los rectos es su gozo”

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Por: Miguel Jacinto

“El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; Mas la oración de los rectos es su gozo” (Proverbios 15:8).

Una mujer angustiada entró en una tienda y pidió al dispensador que le fiara comida para su familia. El hombre molesto le pidió que saliera de su tienda. Un cliente que estaba allí al escuchar la situación le dijo al dueño que él pagaría lo que la señora necesitaba. El dueño malhumorado le dijo a la mujer que pusiera su lista en la balanza y lo que pesara eso le daría en dispensa. La mujer sacó un papel y escribió algo y lo puso en la balanza. El papel comenzó a levantar la balanza. El dueño de la tienda llenó la balanza con toda especie de comida. El otro cliente le pagó y le dijo: “valió la pena cada centavo de la lista”. El dueño asombrado tomó la lista y leyó el papel que decía: “Señor tu conoces mis necesidades. Lo dejo a tu discreción”. (Versión abreviada tomada de: https://www.devocionalescristianos.org/2007/09/ilustraciones-cristianas-el-poder-de-la.html).

La Biblia nos enseña que Dios pesa en su balanza el corazón de todo ser humano. Dios no se complace con los sacrificios de los que practican la injusticia y viven en pecado. Muchas personas practican religiones que solo se ven buenas en apariencia a la vista de los hombres. Jesús advierte a sus discípulos diciendo: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 6:1). Algunos andan por las plazas tratando de impresionar al ojo humano para que los aprueben o acepten como personas buenas. Dios desecha y condena las buenas obras de los malvados que tratan de auto justificarse delante de Él.

En contraste, Dios se goza con la oración de los que andan en integridad de corazón. La oración, al igual que los sacrificios, es un acto de adoración a Dios. El hombre o la mujer que ha confiado en el sacrificio de Jesucristo ha sido lavado y sus pecados perdonados por la sangre de Cristo, y como resultado obtiene un corazón limpio para entrar en la presencia de Dios. El cristiano se presenta humildemente por los méritos de Jesucristo y no los suyos propios. Jesús nos enseña diciendo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6).

Amigo, Dios contesta y honra la oración de sus hijos. Solamente el que ha sido perdonado y limpiado de sus pecados es apto para entrar en la presencia de Dios. Si usted desea que sus oraciones sean contestadas. Haga la siguiente oración: “Señor, Dios Todopoderoso. Reconozco que soy pecador. Me arrepiento de mis pecados. Te pido que me limpies y perdones todos mis pecados con la sangre preciosa de tu Hijo que fue derramada en la cruz. Hazme tu hijo y ayúdame a amarte y servirte toda mi vida. En el nombre de Jesús. Amén”. Recuerde: “la oración del justo puede mucho” (Santiago 5:16).