La piedra de molino

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Por: Dolly Martin

Se estima que 230,000 personas mueren cada año por ahogamiento en todo el mundo. El ahogamiento es la tercera causa principal de muerte por lesiones no intencionales y niños menores de cinco años son los de mayor riesgo. Morir por asfixia no es nada agradable porque tarda varios minutos para que la persona pierda el conocimiento y durante esos minutos su cuerpo pasa por mucho trauma.

Es curioso entonces que Jesús habla de morir por ahogamiento como una mejor opción cuando se trata de formas de castigo. Mateo 18 versículos seis y siete dicen, “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!”

Jesús defiende a los niños

Repetidas veces en las Escrituras, Jesús defiende a los niños indefensos y habla de un castigo severo para aquellos que abusan o maltratan a los niños. La imagen de ser arrojado al mar con una piedra de molino atada alrededor del cuello es aterradora. Durante el tiempo de Cristo, las piedras de molino medían más o menos 48 pulgadas y pesaban aproximadamente 3,500 libras.

En la Biblia, Dios aclara que en el juicio final habrá diferentes medidas de castigo dependiendo en la severidad del pecado. En Lucas 12, leemos la parábola del siervo infiel que tenía la responsabilidad de cuidar de la casa y de los siervos mientras su amo estaba de viaje. Pero viendo que el amo se tardaba comenzó a “golpear a los criados y a las criadas y a comer y beber y embriagarse” (Lucas 12:45).

Diferentes grados de castigo

Cuando el amo llega, castiga severamente a ese mayordomo. Dice la Escritura en Lucas 12:47, “Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no se preparó ni hizo conforme a su voluntad recibirá muchos azotes”. Luego dice que el que no conocía la voluntad de su amo “será azotado poco” (versículo 48). Claramente el Señor da diferentes grados de castigo dependiendo de si uno actúa a sabiendas o si no hace lo que se le espera que haga por ignorancia.

Un castigo tan severo como el de ser echado al mar con una piedra de molino atada al cuello demuestra lo serio que es a los ojos de Dios hacerle daño a un niño inocente. El Señor ama profundamente a los niños y nos manda cuidar de ellos que incluye cuidar de sus cuerpos, sus almas (emociones) y sus espíritus.

El tráfico de niños

La película “Sound of Freedom” destaca la terrible realidad del tráfico de niños. Se estima que 1.2 millones niños son traficados mundialmente cada año. Chiquitos de tan solo cuatro años han sido víctimas de este crimen. En su mayoría, estos son niños inocentes que han sido robados de sus hogares y obligados a satisfacer los deseos carnales de hombres y mujeres al menos 15 veces al día por un promedio de 11 años. Cuando ya no les sirven a sus captores, se deshacen de ellos, generalmente vendiendo sus órganos.

Tal vez el Señor tenía este vil pecado en mente cuando enseñó del castigo que vendrá sobre aquellos que cometen tales atrocidades contra los más pequeños y vulnerables miembros de nuestra sociedad.

La humildad de los niños

El Señor exaltó una cualidad muy valiosa en los chiquitos: la humildad. En Mateo 18:3 el Señor enseña: “De cierto os digo, que, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Los niños tienen muchas cualidades interesantes y uno se pregunta, ¿a cuáles de ellas se refiere el Señor cuando dice que debemos ser como niños? La respuesta viene en el siguiente versículo de Mateo 18, “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos”.

La soberbia es abominable al Señor

La humidad es lo opuesto a la soberbia, algo que es abominable al Señor. El orgullo fue la caída de Satanás. Siendo un querubín de alto rango él decidió que no era suficiente y quiso usurpar el trono de Dios y tomar control del universo. Fue derrotado y echado del cielo, pero ahora su deleite es incitar a los seres humanos a ser orgullosos y pensar que son autosuficientes y no necesitan la ayuda de Dios.  Dios nos manda ser humildes como los niños y añade, “De cierto os digo, que, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.

Examinemos nuestro corazón y veamos si tenemos la humildad de un niño o la soberbia del diablo. El Señor premia la humildad y castiga severamente la soberbia. Concluyo con las palabras del Señor en Isaías 1:18-20, “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho”.