Dios ordena a los padres educar a sus hijos

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Por: Miguel Jacinto

La educación en la actualidad ha tomado giros inesperados y peligrosos para nuestros hijos. Los contribuyentes financian la educación para que el estado ejerza su modelo y preferencia educativa, dejando a los padres fuera de toda participación y decisión. El sistema educativo de la mayoría de los países está controlado por el estado y vulnera los derechos de los padres exponiendo a los estudiantes a una agenda malintencionada y manipulada de los que están en poder. Dios manda a los padres a tomar acción inmediata para proteger la integridad moral, emocional y física de sus descendientes.

El Shemá es una ordenanza que Dios estableció para que los padres se encargaran de educar a sus hijos en todas las áreas de la vida. Dios mandó al pueblo de Israel diciendo: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6,7).

El espíritu de esta orden divina radica en la importancia de que los padres sean los responsables primarios y fundamentales en el proceso educativo de la siguiente generación. Nótese que Dios establece el contenido, la forma, el tiempo y el lugar en que debe tomar la educación de los hijos. De acuerdo con esta ley, tanto las madres como los padres tienen un papel educativo que se debe iniciar en el hogar, pero continua en la calle (sociedad) y donde quiera que sus hijos interactúen (iglesia, escuela).

Dios no promueve ni establece al estado para educar a nuestros hijos. Los padres debemos retomar la responsabilidad de elegir los directores educativos y el tipo de educación para nuestros hijos. Oremos para que Dios proteja a nuestros hijos de toda manipulación, adoctrinamiento y manipulación del sistema educativo. Participemos en las elecciones y discusiones de los temas y los materiales que pueden o no se pueden usar en la educación escolar. Oremos para que los distritos escolares elijan maestros comprometidos con la educación de las ciencias y las matemáticas y respeten la integridad moral y espiritual de nuestros estudiantes.