La obediencia trae gozo

Share

Por: Dolly Martin

Conversando con una amiga, ella me confesó, “No siento la misma pasión por el Señor que una vez gocé”. Le hice algunas preguntas acerca de sus disciplinas espirituales y ella admitió que no estaba leyendo la Biblia ni orando como lo hacía cuando recién se convirtió y que había caído en pecado sexual. Después de escucharle, oré por ella y le exhorté a apartar un tiempo a diario para estar a solas con el Señor por medio de la oración y la lectura de las Sagradas Escrituras.

El pecado lleva a la depresión

Unos días más tarde le llamé para ver cómo seguía y me gocé cuando me dijo que había comenzado a leer en Génesis y en los Salmos. Pero seguía sintiéndose lejos del Señor, anhelando sentir ese primer amor que experimentó cuando recién se convirtió al Señor. Él la rescató de la drogadicción y de una vida llena de pecado y ella había experimentado un ardiente afecto para el Señor. Ahora estaba sumida en la depresión y no sabía la razón. Le pregunté si había dejado la relación ilícita y con mucha pena admitió que seguía con él.

Leer y obedecer

Mi amiga estaba leyendo la Biblia, pero no estaba obedeciéndola. En el libro de Santiago 1:22-25 leemos, “No solo escuchen la palabra de Dios; tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos. Pues, si escuchas la palabra, pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo; te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres. Pero si miras atentamente en la ley perfecta que te hace libre y la pones en práctica y no olvidas lo que escuchaste, entonces Dios te bendecirá por tu obediencia”. (NTV)

Libre de la esclavitud

La Palabra de Dios tiene el poder para librarnos de la esclavitud al pecado, pero solo si la ponemos en práctica. Eso significa que habrá actitudes que debemos cambiar, hábitos que abandonar, y nuevos comportamientos que adoptar para que nuestra vida sea conforme al estilo de vida que Dios requiere de Sus hijos.

La obediencia trae gozo

Vivir en santidad es imposible si uno no es un hijo de Dios, pero cuando entra a formar parte de la familia de Dios, Él le da el poder para decir “no” al pecado. ¿Y usted? ¿Está luchando con algún pecado? Le animo a tomar el primer paso hacia Dios recibiendo el perdón de pecados que Él le ofrece por medio de Su Hijo, quien murió en la cruz en su lugar. Pero no se quede allí. El segundo paso es dejar de agradar a la carne y permitir que el Espíritu Santo tome control de toda su vida. El resultado será un gozo, una paz y una vida llena del poder de Dios.

No siga como un esclavo, comience a gozar de la libertad que el Padre le ofrece en Cristo Jesús.