Una madre devota

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Por: Dolly Martin

Una amiga recientemente me sugirió leer el libro titulado, “Seeking Allah, Finding Jesus” (Buscando Alá, Encontrando a Jesús” escrito por Nabeel Qureshi. A diferencia de otros libros que he leído acerca de musulmanes llegando a la fe en el Señor Jesucristo, en su libro, Qureshi incluye información detallada acerca de crecer en una familia consagrada a la religión del islam.

Cuando el padre de Nabeel emigró a los Estados Unidos desde Pakistán, se unió a la marina y su trabajo lo mantenía muy ocupado lejos de casa. Por lo tanto, su madre, quien era hija de misioneros musulmanes se ocupó de instruir a Nabeel y su hermana mayor, Baji acerca de la fe islámica. En casa hablaban en urdu, pero a una edad muy temprana, Ammi (así le llamaban a su madre) les enseñó a leer y recitar en árabe porque el Corán está escrito en árabe.

Madre maestra

Todas las mañanas Ammi se sentaba con Nabeel y le enseñaba el abecedario y la pronunciación del árabe. Tan pronto aprendió el idioma, Ammi le presentó su propia copia del Corán y juntos la leían cada mañana. El libro tiene 114 capítulos o 30 secciones y gracias a la labor de su madre, Nabeel logró leer todo el Corán antes de cumplir seis años. Además, se aprendió de memoria siete capítulos del Corán para recitar durante las oraciones matutinas de la familia.

Aprendió la historia del islam, quien era el profeta Mahoma, las cinco oraciones matutinas y mucho más. Él amaba su religión, su cultura, el Corán, las oraciones, y ciertamente adoraba a sus padres. Le encantaba ir a la mezquita cada sábado para orar y reunirse con otras familias musulmanas para compañerismo. Es una comunidad muy unida y devota a su dios y a su religión.

Nabeel relata cuán difícil fue romper con su religión cuando entendió la verdad acerca del Señor Jesucristo. Sabía que su decisión rompería el corazón de sus padres, especialmente su madre, los cuales habían sacrificado sus vidas para enseñarles a Nabeel y a su hermana todo acerca del islam. Resistió entregar su vida al Señor porque no quería destruir la armonía, paz y amor que gozaba con sus padres. Los musulmanes creen mucho en los sueños y que Dios se revela a ellos por medio de los sueños. Por eso Nabeel le pidió al Señor que le confirmara si estaba en el camino correcto por medio de un sueño. El Señor le concedió su petición y después de tres sueños, Nabeel se rindió al Señor y lo recibió como su Salvador.

El nido familiar sacudido

Gracias a Dios, sus padres no lo desheredaron ni le mataron por su traición a la fe musulmana, pero les quebrantó el corazón y destruyó la intimidad, la amistad, y la unidad que habían gozado como familia. Después de varios años, volvieron a invitarlo a eventos familiares, pero nunca volvieron a tener la misma amistad y compañerismo de antes.

Una madre consagrada

La madre de Nabeel, como muchas madres musulmanas, fielmente instruyó a sus hijos en su religión porque estaba convencida de que es la única religión verdadera y quería asegurar de que sus hijos siguieran practicando la fe islámica. Ammi estaba comprometida con su misión de enseñar a sus hijos TODO acerca de su religión. Es una mujer muy devota, consagrada a su dios, a su esposo y a sus hijos.

¿Cuántas madres cristianas tienen el compromiso de enseñar a sus hijos TODO acerca de Dios, el Señor Jesucristo, la Biblia y la fe cristiana? Dios instruye a los padres en Deuteronomio 4:9, “Solamente guárdate y guarda diligentemente tu alma, no sea que te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni que se aparten de tu corazón durante todos los días de tu vida. Las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos”. (RVA-2015) Note que el mandato de Dios es enseñar a nuestros hijos y a nuestros nietos. El trabajo de maestra no termina cuando nuestros hijos crecen. Tenemos la responsabilidad de enseñar a las siguientes generaciónes las maravillas de nuestro precioso Salvador que dejó el cielo para venir a la tierra a rescatarnos de nuestros pecados.

Una madre, relatora de historias

Si sus hijos ya son grandes, no es demasiado tarde. Comience hoy a enseñarle a sus hijos y nietos todo lo que el Señor ha hecho en su vida. A todos nos gusta escuchar historias y usted se puede convertir en una magnífica relatora de historias. Cuénteles como usted vino a reconocer su pecado y recibir a Jesucristo como su Salvador. Luego diles de todo lo que el Señor ha hecho por usted a lo largo de su vida.

Si usted todavía no ha tomado ese paso de fe, Él le está llamado. “Vengan, pues, dice el SEÑOR; y razonemos juntos: Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. (Isaías 1:18, RVA-2015) Venga a Él.

El Señor está llamando a madres y abuelas a ser contadoras de historias de lo que Él ha hecho en sus vidas. ¿Será usted una de ellas?