Jesús ama a sus hijos

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Por: Dolly Martin

Lydia de cuatro años apareció de nuevo en la recámara de sus padres aterrada por una horrible pesadilla. Esto había estado sucediendo por varias semanas y estaba afectando la salud y el ministerio de Reema. Reema y su esposo Mike estaban sirviendo como misioneros en el medio oriente con sus dos hijos Tim y Lydia.

En su libro, “Una puerta que nadie puede cerrar” publicado por la Editorial Unilit, Reema relata fascinantes historias de cómo el Señor está abriendo puertas en los corazones de los musulmanes para recibir el mensaje de salvación en Cristo Jesús. El ministerio de Reema con las mujeres del barrio estaba teniendo mucha efectividad y las fuerzas del mal tomaron venganza contra ella por medio de las pesadillas nocturnas de Lydia.

Tres a cuatro veces cada noche Lydia se aparecía en el dormitorio de sus padres y ellos la admitían a su cama para que se durmiera en paz. El problema es que Reema no podía dormir con Lydia en la cama. Esperaba hasta que se durmiera y la llevaba de regreso a su camita, pero unos minutos más tarde ella regresaba habiendo tenido otra pesadilla.

Esfuerzos para combatir las pesadillas

Reema y su esposo habían orado con y por Lydia, le habían enseñado a ella a orar, le habían ayudado a memorizar versículos, y aun su hermano mayor oraba por ella. Algunas veces todos estos esfuerzos ayudaban un poco pero muchas veces no tenían efecto alguno. Lydia seguía teniendo pesadillas.

Una noche, al acostar a Lydia, ella le pidió a su madre que se quedara con ella hasta que se durmiera. Reema, al borde del agotamiento le dijo a Lydia que mamá no podía quedarse con ella y tendría que pedir a Jesús que le ayudara.

Al dejar a Lydia sola en su cama, Reema se sintió culpable por no ser más compasiva con su pequeña hija, pero no daba más. Estaba exhausta. Se fue a dormir y cuando se despertó la siguiente mañana se dio cuenta que Lydia no había aparecido en toda la noche. Cuando fue a ver a su hija, le preguntó si no había tenido pesadillas esa noche. Lydia dijo que si, había tenido una pesadilla muy fea, pero se acordó de lo que su mamá le había dicho y le pidió a Jesús que le ayudara y Él lo hizo.

"Papá Jesús" le ayudó

Lydia le contó a su madre que “Papá Jesús” (como ella siempre llamaba a Jesús) se apareció en la puerta de su cuarto y se sentó en su cama con ella. Lydia le contó que Jesús le cantó un canto de amor y le acarició su espalda como su mamá lo hacía. Reema pensó que Lydia había soñado con Jesús pero Lydia muy enfáticamente dijo que Jesús había estado allí con ella y que no era un sueño. Él le cantó y le acarició hasta que se durmió de nuevo. Lydia nunca más tuvo pesadillas.

Sin querer, Reema le había dado la fórmula mágica a Lydia para resolver su problema: pedirle a Jesús que le ayude. Es fácil para una madre enfocarse en las demandas de dar de comer, vestir, protegerles de daños, y todas las otras responsabilidades diarias y olvidarse de enseñar a sus hijos a buscar y depender de la ayuda del Señor.

Jesús ama a sus hijos más que usted y desea lo mejor para ellos. Cuando entrega a sus hijos en manos del Señor, Él se encarga de protegerlos, consolarlos, guiarlos, corregirlos y aun manifestarse a ellos cuando sea necesario. Usted puede confiar completamente en la bondad y misericordia del Señor para ayudarle a criar a sus hijos para que sean hombres y mujeres rectos, justos, y temerosos de Dios.

Ana confía en el Señor para criar a Samuel

En el Antiguo Testamento, leemos la historia de una madre llamada Ana que supo confiar en el Señor para la crianza de su pequeño hijo, Samuel. Ana le había prometido al Señor que si Él le daba un hijo, ella lo dedicaría a Él. En ese tiempo, esos significaba entregarlo en manos del sacerdote Elí para que él lo preparara para servir al Señor.

Aunque los hijos de Elí eran hombres impíos y no tenían conocimiento del Señor, Ana no estaba confiando en Elí para criar a su hijo, sino en Dios. En su oración dedicando a Samuel al Señor Ana exalta la grandeza del Señor y expresa su confianza en el Señor. "Mi corazón se regocija en Jehová, mi poder se exalta en Jehová;” (1 Samuel 2:1).

Al estudiar la oración de Ana es claro que ella no estaba deprimida, ni preocupada acerca de poner a su primogénito en manos de Elí. Ella estaba confiando plenamente en que el Señor quien le había abierto la matriz para concebir a Samuelito era capaz de criarlo para que fuera un gran hombre de Dios.

Samuel confia en el Señor

Ana había preparado a Samuel para este momento y no hubo una gran escena emocionante de partida entre los dos. Ella confiaba en el Señor y le había enseñado a su hijo a confiar en el Señor también. La Biblia dice que los dos adoraron al Señor antes de su partida.

¿Ha entregado a sus hijos en las manos del Señor? Dios no va a intervenir en la vida de su hijo hasta que usted tome las riendas y se las entregue al Señor. ¿Puede usted confiar en Jesucristo para guiar o enderezar los pasos de él (ella)?

Primero tiene que confiar plenamente en el Señor para su propia salvación. ¿Ha creído en el Señor Jesucristo como su Salvador? El quiere transformar su vida, sanar sus heridas, y llenarle de gozo y esperanza. Todo éso lo hará cuando usted le rinda el control de su vida a Él. Reconozca lo que Él hizo en la cruz para salvarle de sus pecados y para recibir la vida nueva que Él le ofrece. El Señor transformará su vida y le dará Su poder para confiar sus hijos a Él. ¡Feliz día de las madres!