Honrando a los uniformados

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Por: Dolly Martin

La graduación comenzó con los miembros de los Boy Scouts, los guardias de color entraron para colocar la bandera en el podio para que la audiencia pudiera saludarla. La directiva de Sugar Creek Christian Home Educators preparó esta graduación que tomó lugar en Sugar Creek Baptist Church, ya que los miembros de la iglesia formaron esta asociación de educadores y un gran número de los graduados asisten a la iglesia.

Después del saludo a la bandera, la anfitriona dijo que quería reconocer y honrar a varias personas importantes que se encontraban entre los asistentes. Pidió que se pusieran de pie todos aquellos que han servido o están sirviendo en las fuerzas armadas de la nación. Por todo el santuario personas se levantaron de sus asientos y la audiencia aplaudió con entusiasmo a este grupo de invitados especiales. La anfitriona les agradeció en nombre de todos por arriesgar sus vidas para que nosotros pudiéramos disfrutar de todas las libertadas que gozamos en este país, incluyendo la libertad de culto. Ella también honró a los funcionarios públicos que asistieron y a los que trabajan en el ministerio a tiempo completo. 

La cultura norteamericana, particularmente los que tienen un trasfondo cristiano guarda un respeto y un aprecio muy especial para los veteranos. La mayoría de las iglesias anglo reconocen a sus miembros que han servido en cualquier rama del ejército en defensa de esta nación y les piden que se pongan de pie durante fiestas patrias como el cuatro de julio, el día de los caídos, y el día de los veteranos.

Por muchos años mi esposo y yo asistimos a una iglesia de habla inglesa y cada vez que pedían que estos siervos se pusieran de pie, un gran número de personas, incluyendo diáconos, ancianos, maestros de escuela dominical y aun el pastor de jóvenes y su esposa se levantaban para que les diéramos su merecido aplauso y agradecimiento.

Habiendo crecido en una iglesia hispana donde no había veteranos, este reconocimiento de los miembros de las fuerzas armadas fue algo nuevo para mí. La primera vez que lo presencié, me sorprendí muchísimo al ver cuantas personas se pusieron de pie. Sabía que había uno o dos exsoldados entre la congregación, pero no tenía idea que había docenas de ellos adorando al Señor junto a nosotros cada domingo. Mi respeto y aprecio por ellos incrementó a partir de ese día.

En Romanos 13, Dios dice que el gobernante es “un servidor de Dios para tu bien” (v.4) y un ministro de Dios (v.6) y nos manda respetar y honrar a estos hombres y mujeres porque ellos guardan el orden y permiten que podamos vivir en paz. Ellos previenen que haya anarquía donde cada uno hace lo que quiere sin repercusiones ni consecuencias.

Hubo un período en la historia de la nación de Israel, antes de que tuvieran un rey, cuando la Biblia dice que el pueblo andaba desenfrenado. Leemos en Jueces 21:25, “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”.  Entre las historias registradas allí encontramos la de un hombre que descuartiza a su concubina muerta y manda las partes de su cuerpo a todo Israel para llamarles a la guerra contra los hombres de un pueblo que fueron responsables de su homicidio. No había nadie que hiciera responsable a este hombre por enviar su mujer a la calle sabiendo que sería violada por una turba violenta.

Aunque es deprimente leer lo que este pueblo llegó a hacer, es un recordatorio de lo que la naturaleza humana es capaz de hacer cuando no hay ministros que hagan cumplir la ley y mantener el orden. Algunos cristianos viven en países donde son perseguidos, maltratados y a veces ejecutados por los soldados que se supone debieran protegerlos. ¿Debemos honrar a estos soldados y a estas autoridades? Dios así lo manda. ¿Por qué?

Jesucristo es nuestro ejemplo en esto porque cuando fue llevado ante las autoridades para ser ejecutado, el no les faltó al respeto ni resistió su arresto. Cuando Pedro trató de defenderlo Jesús le reprendió diciendo: “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?  ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga”? (Mateo 26:53-54) Los soldados romanos le escupieron, se burlaron de él, y le azotaran sin misericordia. Durante todo este maltrato cruel, nuestro amado Salvador permaneció callado, sumiso y humilde porque sabía que su sufrimiento era necesario para pagar por nuestros pecados. Si nuestro Señor, el todopoderoso Dios, Rey del universo y nuestro Creador permitió que soldados le hirieran y le humillaran a tal grado, ¿podemos nosotros hacer menos?

Si usted es un hijo de Dios, tiene a Su Espíritu que le fortalece y le ayuda a honrar a los policías, los soldados, y aun a los siervos públicos, sean estos honrosos y amables o malvados y crueles. Su actitud reverente y respetuosa será un fuerte testimonio para ellos que usted tiene un poder sobrenatural obrando en su ser y le dará a usted la oportunidad de testificarles de la fuente de su poder.

Si no ha creído en el Señor Jesucristo como su Salvador, no tiene la fuerza sobrenatural para cumplir con este mandato de Dios. No puede amar al malo si no recibe primero el perdón de Dios. Humíllese y admita sus propios pecados y reciba el sacrificio de Jesucristo a su favor y Dios le dará un corazón nuevo. Con ese nuevo corazón usted podrá respetar y honrar a todos, especialmente a los uniformados.