El abrazo del Padre

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Recientemente vi un episodio de la serie The Chosen (Los escogidos) donde Jesús perdona a María Magdalena por volver a su antigua forma de vivir antes de que el Señor la salvara y la liberara de siete demonios. Esta historia no se encuentra en la Biblia, pero enseña importantes principios que si encontramos en las Sagradas Escrituras.

El clímax de la saga llega cuando María regresa al grupo y se presenta delante de Jesús. Se siente muy avergonzada y no sabe que decir porque Él la redimió y ella dice, “lo tiré por la borda”. María sabe cuánto le debe al Maestro, pero no siente que tiene las fuerzas para vivir la vida cristiana. Jesús le pregunta a María, “¿Realmente pensaste que nunca volverías a luchar o a pecar?”

En un momento u otro, todo seguidor de Jesucristo ha sentido lo que María estaba experimentando en esa escena. Vivir una vida de santidad, como el Señor demanda, no es fácil y TODOS caemos. TODOS. Cuando pecamos, sentimos culpa, vergüenza, y desánimo por no haber resistido la tentación o por dejar que la carne nos venciera. El diablo aprovecha esos momentos para cargarnos de culpa por nuestro mal comportamiento. Él nos hace pensar que es imposible vivir una vida victoriosa en Cristo Jesús y que tiremos la toalla. Si le creemos a ese mentiroso, nunca saldremos del lodo en que hemos caído.

Todo cristiano tiene que luchar contra los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida como dice 1 Juan 2:16. Somos soldados en medio de una guerra y si bajamos la guardia, vamos a caer en pecado. Por eso el apóstol Pablo en Efesios 6 nos exhorta a siempre tener nuestra armadura puesta para que en el día malo, podamos estar firmes.

Pero el Señor entiende nuestra lucha. Dice en Salmos 103:14, “Porque Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo”. En la película, mientras María está sollozando Jesús le dice, “Yo te perdono” y toma un paso hacia ella. En ese momento ella lo abraza y es restaurada.

La parábola del hijo pródigo tiene una escena muy similar a esta. El hijo menor se gastó la herencia viviendo en pecado, pero eventualmente recapacitó y se arrepintió de su maldad. Decidió volver a casa y pedirle perdón a su padre. Tenía su discurso preparado pero antes de que pudiera decir una sola palabra, la Escritura dice, “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. Lucas 15:20

Aunque esta es una parábola (una narración breve y simbólica de la que se extrae una enseñanza moral), Jesús la contó para mostrar el GRAN amor que el Padre tiene para con nosotros. Isaías 30:18 dice que Él, “...se levanta para tener misericordia de ustedes”. Dios es un Padre cariñoso, amoroso, y es pronto para perdonarnos cuando volvemos a Él arrepentidos. La clave es arrepentirnos y volver a Él. En la historia del hijo pródigo, el padre estaba lleno de amor y listo para perdonar a su hijo, pero esperó hasta que su hijo regresara para mostrarle lo que había en su corazón.

Me encanta la frase, “se echó sobre su cuello y le besó”. Jesús usó esas palabras para describir el corazón de nuestro Padre. Nuestro Dios es puro, santo, justo y todopoderoso, pero también es amor y quiere mostrarle ese amor.

¿Le gustaría experimentar el abrazo y el beso de su Padre celestial? Él no se hace de rogar. Al momento que venimos a Él, Él está listo para volcar Su amor y perdón sobre nosotros. Venga a Él, confesando sus pecados y recibirá el incansable, inagotable, eterno amor del Padre.