El Padre agradecido

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Por: Dolly Martin

Recientemente volví a escuchar la dramatización del libro “The Horse and His Boy” (El caballo y su niño) producido por Enfoque a la Familia y me impactaron las palabras que el Rey Lune les dijo a los dos caballos que ayudaron a su hijo y a la princesa Aravis a escapar del país de Calormen.

            La historia, escrita por el dotado autor CS Lewis, comienza con el secuestro del príncipe Cor, hijo del Rey Lune de Archenland quien es llevado a Calormen de bebé y crece como el hijo de un pescador malvado. Allí es maltratado y usado como un esclavo hasta que un día conoce a Bree, un caballo parlante de la tierra de Narnia que también fue secuestrado cuando era un potrio. Shasta (el nombre dado a Cor por el pescador) y el caballo Bree deciden formar un equipo para escapar de Calormen y regresar a Narnia, la tierra de los animales parlantes.

La ayuda de Aslan

El gran león Aslan, un tipo de Cristo, manipula los eventos para que estos dos se encuentren con otro caballo parlante y su jinete, una adolescente de la misma edad de Shasta. Los dos caballos parlantes con los dos jóvenes deciden unir sus esfuerzos para escapar de Calormen y comenzar una nueva vida en Narnia, una tierra libre donde reina el amor.

La jovencita, llamada Aravis, es de una familia real y cuando los cuatro intentan pasar desapercibidos por la capital, Tashbaan, es reconocida por una amiga y tiene que esconderse en la casa de su amiga. La amiga le ayuda a escapar, pero en el proceso, se entera de un complot por parte del príncipe Rabadash para atacar a Archenland, el país vecino a Narnia. Los dos caballos se ofrecen a llevar a sus jinetes a toda prisa a Anvard, la capital de Archenland para advertir al rey del ataque inminente por el príncipe Rabadash.

Salvan a Archenland

Después de una agotadora travesía por el desierto, llegan justo a tiempo (gracias a la ayuda de Aslan) para sonar la alarma y salvar a Archenland. Cuando el príncipe Cor presenta los dos caballos parlantes a su padre, el Rey Lune les agradece profundamente por ayudar a su hijo y la princesa Aravis a escapar de Colormen y salvar a Archenland de ser aniquilada.  Bree le responde, “no fue nada” a lo que el rey le contesta, “al contrario, si lo fue y serán recompensados generosamente por su servicio”. El rey promete ayudarles a restablecerse en Narnia y les dice que no tengan pena de pedir cualquier cosa que deseen o necesiten. Él está a su disposición.

El rey agradecido

El agradecimiento y aprecio que el Rey Lune demuestra hacia los dos caballos parlantes se asemeja al aprecio y agradecimiento que nuestro Padre celestial tiene para con sus hijos que cumplen fielmente la obra que se les encomienda hacer.

Jesús contó la parábola de las monedas para demostrar el aprecio que el Padre celestial tiene para con sus hijos. En esta historia, dos de los tres siervos hacen su trabajo como se les pidió y escuchan las palabras, “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21). El tercero es negligente y su amo lo castiga severamente por no hacer lo que él sabía que debía hacer. “Al siervo inútil échenlo en las tinieblas de afuera”. Allí habrá llanto y crujir de dientes” (Mateo 25:30).

Benditos de mi Padre

En los siguientes versículos, el Señor Jesucristo continúa enseñando acerca de Su amor, agradecimiento y recompensa preparada para los justos y el enojo y juicio preparado para los injustos. “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino que ha sido preparado para ustedes desde la fundación del mundo.  Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a mí” (versículos 34-36).

Los justos están perplejos porque hicieron su trabajo de una manera desinteresada, en agradecimiento por la obra de Jesucristo en la cruz a favor de ellos. Pero el Rey les explica, “De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron”.

Pero las palabras del Rey a los de su izquierda parecen ser crueles: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Atónitos por una sentencia tan severa estos le piden explicación.  “Entonces les responderá diciendo: “De cierto les digo, que en cuanto no lo hicieron a uno de estos más pequeños, tampoco me lo hicieron a mí”. Termina Su juicio con las palabras, “Entonces irán estos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna”.

Nuestro Padre declara “justo” a todo aquel que cree en el Señor Jesucristo. Romanos 5:1 dice, “Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. La fe en Jesucristo es la que nos salva y en agradecimiento por Su regalo, sus hijos le sirven. ¿Ha recibido el perdón de sus pecados que Dios le ofrece gratuitamente? La oferta está abierta para todo aquel que confía en el Señor Jesús. No desprecie esta oportunidad de ser entrar a la familia de Dios.

Versión Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 por Editorial Mundo Hispano