Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo…

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Por: Miguel Jacinto

“Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).

Muchas personas se burlan de la idea de la existencia del infierno. He escuchado chistes que se hacen al respecto y, sin embargo, es un tema que debe ser considerado con mucha seriedad. Muchos piensan que el infierno es el reino del Diablo y sus ángeles para la eternidad. Nada mas lejos de la realidad. El infierno es el castigo eterno que Dios ha preparado para Satanás y todos sus seguidores. El infierno es un lugar de eterno tormento que no tendrá fin jamás.

Hades, Seol, Gehena

Existen varias palabras en la Biblia que se traducen como infierno, entre las que se encuentran: Hades, Seol, Gehena y lago de fuego.  Hades y Seol, aparecen en el Antiguo Testamento. El significado general de Hades es sepulcro, abismo, hoyo y tumba. Seol por otro lado enfatiza la vida del alma más allá de la muerte física (Isaías 7:11). La palabra Gehena describe un lugar de tormento y condenación eterna (Marcos 9:43). El lago de fuego es un lugar de castigo y tormento eterno (Apocalipsis 20:14,15). El hecho de que estas palabras apuntan a un lugar enfatiza la realidad del castigo eterno.

¿Que dijo Jesús del infierno?

Jesús enseña que el infierno es un lugar real de castigo eterno (Mateo 23:33). Dios castigará a todo aquel que se rebele contra Él. Dios tiene el poder y la potestad para castigar a los malvados. La Biblia enseña que al final de los tiempos los muertos resucitarán unos para vida eterna y otros para condenación eterna (Mateo 25: 34-46). Los creyentes vivirán eternamente en la presencia de Dios mientras que los incrédulos serán castigados eternamente en el lago de fuego (Apocalipsis 20:15). 

Amigo, usted no debe temer a la muerte física, pues es una realidad a la que todos enfrentamos. Usted debe temer a la muerte eterna porque allí se sufrirá el dolor, el castigo y el tormento eterno. Jesús es el antídoto para escapar de la condenación eterna. Jesús dice: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). Jesús murió en la cruz por todos los pecados de la humanidad, pero solo los que confían en él como Salvador y Señor de sus vidas tienen vida eterna. Confíe en Jesús como Señor y Salvador personal y comience a disfrutar de la vida eterna hoy.