Por: Miguel Jacinto
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4) (RV1960)
Amy Carmichael era una misionera al sur de India. Ella pasó cincuenta y seis años en el campo misionero y nunca regresó a casa en Inglaterra para reportarse a las iglesias. Un accidente le causó gran daño en una pierna. Fue durante estos años en cama que ella escribió muchos de sus cuarenta libros. Dios usó su experiencia de sufrimiento para traer ánimo a millones de personas. Amy Carmichael escribió, “Un Amo sabio nunca desperdicia el tiempo de su siervo. No importa las circunstancias que recibimos, Dios no va a desperdiciar una experiencia si permanecemos obedientes a Él.” (http://encinardemamre.com/premium/a-z/s/sufrimiento.htm)
En general, la Biblia nos enseña que la muerte, el dolor y el sufrimiento son el resultado de la desobediencia y nuestra naturaleza pecaminosa (Genesis 3:14-19). Aunque también hay evidencia en las Escrituras que las tragedias y la maldad también atacan a personas que aman y obedecen a Dios, tal es el caso de Job. Todos los seres humanos estamos expuestos al dolor y sufrimiento. Por esta razón Pablo escribe: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22). Las plantas, los animales y los seres humanos estamos sufriendo la maldición por causa de nuestro pecado y desobediencia a Dios.
Nuestra conducta pecaminosa trae consecuencias a todos los seres humanos. Las decisiones que tomamos cada uno de nosotros tiene un efecto dominó sobre nuestra familia y nuestra sociedad. Nuestro pecado y desobediencia a Dios trae consigo dolor y sufrimiento, aun a los inocentes. Jesús nos advirtió que en el mundo tendremos aflicciones (Juan 16:33). En algunas ocasiones, Dios permite las pruebas para purificar nuestra fe y fidelidad a Él (Santiago 1:2,3). Pero la gran mayoría de las veces, Dios permite el dolor y el sufrimiento, como consecuencia de nuestras malas decisiones (Santiago 1:13-15).
En resumen, el dolor y el sufrimiento tienen dos causas: La primera es por nuestro pecado y desobediencia y la segunda es para purificar nuestra fe y confianza en Dios. En ambos casos el dolor y el sufrimiento son muy reales. Sin embargo, Dios pondrá fin a la muerte, al llanto, al clamor, y al dolor. Todos estamos invitados a confiar en la gracia y el poder de Dios para ayudarnos a ser victoriosos en medio de las aflicciones que nos vienen en esta vida. Pero por, sobre todo, Dios promete descanso a los que confían en Él y desean morar eternamente con Él en los cielos.