Por: Miguel Jacinto
“Buscad las cosas de arriba, donde esta Cristo sentado a la diestra de Dios”. (Colosenses 3:1)
La iglesia en Colosas estaba siendo infiltrada por un movimiento filosófico-religioso que intentaba destruir la fe y la salvación en Cristo. Este gnosticismo incipiente enseñaba que la redención se lograba a través del conocimiento o gnosis. La herejía colosense atentaba contra la suficiencia de Cristo para asegurar la salvación del hombre. Pablo enseña que Cristo es el único mediador, en el cual mora toda la sabiduría y el conocimiento, y que mediante su muerte y resurrección derrotó y sometió a todos los poderes cósmicos.
El apóstol Pablo señala que los cristianos hemos muerto y resucitado con Cristo. Esto significa que los cristianos estamos totalmente identificados con Cristo, quien ya no es terrenal sino espiritual. La relevancia de esta nueva realidad radica en que el cristiano, aunque vive en la tierra, debe despojarse de su deseo de vivir enfocándose en las cosas materiales o terrenales. Jesús nunca se aferró a los bienes ni a las riquezas terrenales como el fin o propósito de su vida. De la misma forma, el cristiano no debe acostumbrarse a vivir en este sistema mundano material y decadente.
Pablo subraya la necesidad de que el cristiano busque intencionalmente las cosas espirituales. La nueva realidad espiritual del cristiano debe catapultarlo para que anhele de todo corazón estar ocupado en todo lo que tiene importancia eterna. Todo el ser, espíritu, alma y cuerpo, debe estar unificado en alcanzar la madurez espiritual que le permita experimentar los más altos niveles de su nueva vida en Cristo. Un día, este mundo temporal y todo lo material será destruido para dar paso a una realidad eterna en la presencia de Dios. El cristiano debe anhelar que ese día llegue y que finalmente sea resucitado con un cuerpo semejante al de Cristo. Dios quiere que el cristiano anhele constantemente morar donde esta Cristo.
Amigo si usted no ha experimentado la nueva vida en Cristo, hoy es el tiempo adecuado para hacerlo. Pídale a Dios que le de una vida nueva. Haga la siguiente oración: Señor Dios que moras en los cielos, me arrepiento de todos mis pecados. Límpiame con la sangre que tu Hijo Jesucristo derramó en la cruz del calvario. Recibo en mi corazón a Jesús como mi Señor y Salvador personal. Dame una nueva vida. Me comprometo a servirte todos los días de mi vida. En el nombre de Jesús. Amen.